“El primer tema que compuse en mi vida es instrumental, se llama «Machaque» y lo grabé en esta misma sala con Gaby, hace muchos años. Los Catupecu lo usaron como intro de algunos de sus shows”, recuerda, entre mate y mate, la cantante y percusionista Mariana Baraj, de visita en el búnker de Catupecu Machu, en Villa Luro. Y en plan de lembranzas, Fernando Ruiz Díaz recuerda las épocas de Mariana en el grupo (entre 1994 y 1996): “En ese momento, la banda tenía la sinergia de dos pares de hermanos. Con Mariana y Marcelo grabamos nuestros primeros demos, pero recuerdo shows asesinos. Era la adolescencia del grupo, y explotaba todo. En «Mil voces finas», por ejemplo, ella doblaba el tambor de la batería con un timbal… ¡y se tiraba con Gaby a hacer mosh con la gente!”.
El luminoso Churita es el cuarto disco de Mariana Baraj, el primero con su propio sello (Cardonal Records), el primero en el que se muestra como autora de todas las canciones y el primero, también, en el que colabora Ruiz Díaz, que cantó “Nadie” y “Mismomar”, en la que además experimenta con el charango y añade una Les Paul. “Cada uno de mis discos tuvo relación con otros estilos, y eso me hizo crecer mucho a todo nivel. Relacionarme e interactuar con artistas de diferentes extracciones me enriquece por todos lados”, se entusiasma Baraj. Y Fernando se deshace en elogios: “Churita me mató. Es el folclore de 2020. Porque el folclore es viento, tierra, soledad y lamento del altiplano. Ella es todo eso: baguala, vidala y copla. Es una visión futurista de Tilcara, con esa cosa nocturna del rock. El próximo paso es hacer un disco juntos, ella y Catupecu”.
Mejor Album Artista Femenino de Folklore